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Pronóstico y complicaciones


Amigdalitis por enfermedad del beso
Amigdalitis eritematosa membranosa
por mononucleosis infecciosa
El pronóstico de la enfermedad del beso es leve en el 95% de los casos, cursando sin síntomas o con síntomas muy moderados que no ponen en peligro al paciente. Las complicaciones graves son poco comunes, presentándose solo en el 5% de los casos. La complicación grave más frecuente es la rotura del bazo, en situación de riesgo en casi el 50% de los casos en que se agranda (esplenomegalia).


Si se rompiera el bazo, podría ocurrir una hemorragia interna que puede provocar un estado de shock hipovolémico o la muerte del paciente.

Una anemia hemolítica puede agravar el cuadro pero, como ya se ha explicado, es auto-limitante y puede estar asociada con púrpura debido a la trombocitopenia.

La sobreinfección bacteriana faringo-amigdalar sin embargo, es la complicación local más frecuente, y puede ser superada con ciclos cortos de antibióticos. Sin embargo, es importante recordar que debe evitarse la penicilina y algunos de sus derivados, por la aparición de urticaria. Como alternativa se pueden utilizar ciclos cortos de macrólidos como la eritromicina o la azitromicina.

En el 1% de los casos puede haber una meningitis de líquido claro, con amplios signos neurológicos y de afectación cerebelosa. Sin embargo, debe recordarse que, en ausencia de complicaciones, las formas de meningitis virales tienen un pronóstico benigno y rara vez muestran secuelas. A veces, la infección por virus de Epstein-Barr se puede complicar con el síndrome de Guillain-Barré.

En casos excepcionales (menos del 1%), sobre todo en inmunodeprimidos, se puede manifestar una peligrosa encefalitis.

En algunos individuos, probablemente predispuestos por causas congénitas o adquiridas que alteran la respuesta inmune contra el virus, la infección primaria no es controlada y el virus de Epstein-Barr continúa replicándose causando una infección crónica activa de la que hay una forma grave o muy grave. Este síndrome ha tenido diversas definiciones, porque se superpone con otro mal definido como es el síndrome de fatiga crónica y el síndrome de hemofagocitosis relacionada con el virus de Epstein-Barr. Contrariamente a la afirmación de los últimos años, en pacientes con infección crónica activa se informó de una mayor frecuencia de neoplasias linfoides originadas a partir de las células T y las células NK y no a partir de los linfocitos B, como se observa en general en los trastornos linfoproliferativos postrasplante donde el virus Epstein-Barr da positivo.

El virus de Epstein-Barr en particular, pero también otros agentes infecciosos que pueden dar lugar a cuadros similares a la mononucleosis (citomegalovirus, toxoplasmosis, virus de la hepatitis, VIH), son algunas de las causas reconocidas del síndrome de fatiga crónica, probablemente debido a los desequilibrios que puedan provocar al sistema endocrino. Una debilidad intensa durante la fase aguda de la enfermedad del beso confiere un mayor riesgo de desarrollar esta complicación posterior. Los síntomas de la enfermedad del beso duran alrededor de un mes y son seguidos por un período de convalecencia caracterizado por debilidad de duración variable que no debe confundirse con el síndrome de fatiga crónica.



La hepatitis fulminante es muy rara y se presenta principalmente en pacientes con severa inmunodeficiencia.

Otras complicaciones raras incluyen la orquitis, miocarditis, pericarditis, úlceras genitales, neutropenia y neumonía intersticial. En pacientes inmunodeficientes la mononucleosis puede provocar un cuadro de curso hiperagudo grave.

Algunos estudios han concluido que la mononucleosis es un factor de riesgo para la esclerosis múltiple.

Otras complicaciones raras pueden ser: encefalitis, hemiplejía, mielitis transversa, síndrome de activación de macrófagos (los macrófagos destruyen las células de la médula ósea y disminuyen todas las líneas celulares de la sangre), crioglobulinemia, hemorragias, ictericia leve, obstrucción de las vías aéreas superiores por hipertrofia amigdalar, miocarditis, pericarditis, neumonía, y nefritis.

Cuando los pacientes son atendidos adecuadamente y no tienen problemas inmunitarios, estas complicaciones tienen un buen pronóstico. En algunos casos (poco frecuentes y asociados con otros factores (genéticos y medioambientales), el virus puede ser cancerígeno.

Una vez que los síntomas agudos de una infección inicial desaparecen, a menudo no vuelven. Pero una vez infectado, el paciente es portador del virus para el resto de su vida. El virus vive típicamente de forma inactiva en los linfocitos B. A veces se pueden contraer infecciones independientes de la mononucleosis múltiples veces, independientemente de si el paciente ya lleva el virus en forma inactiva. Periódicamente, el virus puede reactivarse, tiempo durante el cual el paciente es de nuevo infeccioso, pero normalmente sin ningún síntoma de la enfermedad. Por lo general, un paciente tiene pocos o ningún síntoma nuevo aunque tenga latente la infección en los linfocitos B. Sin embargo, en huéspedes susceptibles y bajo los estresores ambientales apropiados, el virus puede reactivarse y causar síntomas físicos indefinidos, y durante esta fase el virus se puede propagar a otras personas.

La enfermedad del beso también puede evolucionar a crónica (síndrome de fatiga crónica). Además de la fatiga contínua, puede haber dolor (dolor de cabeza, de garganta, muscular o de las articulaciones), síntomas neurológicos y psicológicos (trastornos visuales, problemas de memoria, irritabilidad, dificultad para concentrarse, depresión), fiebre prolongada de 37,5ºC, pérdida de peso moderada, y ganglios sensibles al tacto.

La presencia del virus de Epstein-Barr se asocia con un mayor riesgo de desarrollar algunos tipos raros de cáncer: el carcinoma nasofaríngeo, la variante africana del linfoma de Burkitt, el linfoma de células B (especialmente en individuos inmunodeprimidos) y la enfermedad de Hodgkin. Estos tipos de cáncer son muy raros en la población, pero son más frecuentes entre las personas infectadas con este virus.

A través de una observación puramente clínica de los síntomas que presentan los pacientes, ha sido sugerida por algunos autores una correlación entre la mononucleosis infecciosa y un mayor riesgo de lupus eritematoso sistémico. Esta asociación, sin embargo, se negó al parecer por un estudio prospectivo de 30 años, llevado a cabo en Dinamarca y completado en 2007.



Otros estudios han demostrado que la presencia del virus de Epstein-Barr estimula la formación de un autoanticuerpo, lo que puede contribuir al mantenimiento del estado inflamatorio presente en enfermedades autoinmunes tales como la esclerosis sistémica, colitis ulcerosa, lupus eritematoso sistémico y, en menor medida, la artritis reumatoide, el síndrome de Sjögren, la espondilitis anquilosante y la enfermedad de Crohn.

Contraer la enfermedad durante la adolescencia o la adultez temprana produce el doble de riesgo de desarrollo posterior de esclerosis múltiple.

En caso de complicaciones adicionales se requieren pruebas: análisis de sangre (prueba de Coombs para encontrar la destrucción de las células rojas de la sangre, pruebas de la función hepática para evaluar la función hepática), el estudio de células de la médula ósea con una biopsia de médula ósea, etc.